Lo sabemos, conocemos esa sensación de volver a casa después de un año estudiando en el extranjero. Entendemos la euforia que generan los abrazos en el reencuentro con tu familia y amigos, tener el corazón dividido en dos, o volver con una maleta llena de historias y anécdotas que estás deseando compartir. A todos nuestros trotamundos que decidieron enfrentar sus miedos e irse solos a estudiar al extranjero, salir de la zona de confort y empezar de cero, bienvenidos de nuevo a casa.

Sabemos que habéis cambiado, crecido y madurado. Por eso, después de un año lleno de aprendizaje, aventuras y crecimiento personal, es hora de enfrentar la transición de regresar ¡Vamos allá!

¿En primer lugar, ¿Cómo te sientes?

Es normal experimentar una mezcla de emociones al regresar a casa. Puedes sentir alegría por reunirte con tu familia o amigos y nostalgia por dejar atrás la vida que construiste en el extranjero. Permítete sentir estas emociones sin juzgarte a ti mismo/a. Acepta que esta transición puede ser compleja y date tiempo para adaptarte. Es normal extrañar algo que te ha aportado tantos momentos y aprendizajes.

Recuerda que cada persona experimenta sus emociones de manera única. No te compares con otros estudiantes que hayan regresado de sus experiencias anteriores, ya que cada viaje es completamente diferente. Permítete vivir tus propias emociones y procesarlas a tu propio ritmo.

El paso de volver a casa es una parte más del viaje. Con el tiempo, te adaptarás y encontrarás tu equilibrio de nuevo. Aprovecha esta experiencia como una oportunidad para seguir creciendo y desarrollándote personalmente.

Aquí van alguno de nuestros consejos

  • Date tiempo para adaptarte: Acepta que la transición de regresar a casa puede llevar tiempo. Permítete adaptarte poco a poco a tu entorno familiar y social. No te presiones si no te sientes completamente cómodo/a al principio.

  • Comparte tus experiencias: Compartir te ayudará a procesar y revivir todos los momentos especiales que has vivido. Cuenta historias, enseña fotos y habla a tus seres queridos de todo lo que has aprendido en este viaje. Hablar es sanar.

  • Mantén el contacto con tus amigos internacionales: La familia y amigos que hiciste durante tu año en el extranjero, serán tu apoyo y gasolina para volver a sentirte cómodo. Mantener el contacto y cuidar vínculos puede ser tu fuente de apoyo. Solo ellos saben realmente lo que has vivido.

  • Reflexiona sobre tu experiencia: Tómate todo el tiempo del mundo para reflexionar sobre tu año en el extranjero. Piensa en cómo has crecido, las habilidades que has adquirido y las lecciones aprendidas. Poco a poco irás aprendiendo a adaptar esa nueva versión de ti mismo/a a la vida que dejaste aquí.

  • Busca nuevas experiencias: Únete a grupos o apúntate a actividades que te gusten. Esto te ayudará a conocer gente nueva, mantener una mentalidad abierta y continuar aprendiendo y creciendo. Para ti ya no existen fronteras.

  • Sé paciente contigo mismo/a: La adaptación lleva tiempo y es normal sentir altibajos emocionales. Permítete experimentar estas emociones y recuerda que es un proceso natural. Sé amable contigo mismo/a y date tiempo para adaptarte.

  • Nuevas metas que alcanzar: Establece metas y objetivos para tu vida después de regresar a casa. Esto te ayudará a mantenerte enfocado/a y motivado/a. Ya sea en el ámbito académico, profesional o personal, tener metas te dará un sentido de propósito y dirección.

Sobre todo, no tengas miedo de buscar apoyo si lo necesitas. Aprovecha esta experiencia en el extranjero como un trampolín para seguir creciendo y construyendo una vida en tu hogar. ¡Disfruta de la oportunidad de combinar lo mejor de dos mundos y seguir explorando el mundo que te rodea!

¿Realmente merece la pena irse? ¿Voy a perder un año académico?

Cuando decides irte a estudiar al extranjero, es normal sentir euforia y miedo, pero sobre todo dudas. ¿Y si no hago amigos cuando llegue? ¿Imaginas que no encajo en mi nueva familia? ¿Y si no entiendo bien el idioma? Pero, la gran pregunta que a muchos nos atormenta suele ser siempre el mismo tema. Por otra parte, los métodos de enseñanza en el extranjero son muy diferentes a los de España. Muchas veces la percepción suele ser negativa porque hay una falsa creencia de que el nivel es más bajo.

Cambia la forma en que miras las cosas y las cosas que miras cambiarán

– Wayne W. Dyer.

El sistema educativo español concentra su base troncal en materias teóricas que mayoritariamente no suelen tener un desarrollo práctico. Son asignaturas enfocadas en ramas académicas de ciencias, ciencias sociales o letras. Y a pesar de haber centros enfocados en disciplinas artísticas o formación profesional, socialmente siguen teniendo mayor valor aquellas salidas profesionales enmarcadas en las tres ramas principales.

Tanto el sistema canadiense como el americano, tienen un enfoque mucho más práctico. Se centran en una enseñanza que rompe los límites de lo académico. Su principal objetivo es formar al estudiante desde sus aptitudes, gustos o inquietudes. Incentivar en la educación social y emocional además de potenciar el deporte y sentimiento de pertenencia a un grupo.

Esta es mi experiencia personal

¿Si volvería a hacerlo? Sin duda. Estudiar un año en el extranjero es un cúmulo de emociones. Pero, sin lugar a dudas, uno de mis mayores retos y lecciones de vida.

Llegas a un país desconocido para unirte a una familia nueva que ha decidido acogerte en su núcleo como uno más de los suyos. Un instituto nuevo, donde tendrás que volver a hacer amigos y una cultura e idioma totalmente diferentes a los que irás haciéndote con el tiempo. Un año en el que aprendes a estar sola, alejada de tus seres queridos y amigos en los que te apoyas. Un año donde todo aquello que vivas serán de nuevo primeras experiencias. Un lugar donde nadie te conoce, dónde empezar de cero con la oportunidad de ser la mejor versión de ti mismo.

Y es que ese sentimiento de crecimiento personal, es el que más pesa cuando regresas a España. Una sensación extraña de haber vivido el tiempo acelerado en un mundo paralelo. Porque ayer estabas pisando la otra punta del mundo y hoy estás de nuevo en tu cuarto. Hay una parte de todos nosotros que se queda allí, en cada viaje, en cada persona que conoces y de la que te despides sin saber cuándo volverás a verla.

Las vueltas siempre son agridulces, porque hay mucha vida que solo tú sabes que has vivido, historias que nadie entiende y sobre todo, una nueva versión de ti mismo que no encaja con la que ya estaba aquí diseñada. Como si todo aquí hubiese seguido su curso pero tu personaje en el juego hubiese estado durante todo un año pausado. Es complicado de entender para quien no lo ha vivido, y duro para aquellos que estamos aprendiendo a adaptarnos de nuevo.

Si el año que viene tienes que afrontar un nuevo curso y te sientes perdido respecto a algunas materias, todo se recupera con tiempo y esfuerzo. Porque lo que nadie va a ser capaz de recuperar, es el año de vida que has ganado.